CUENTO DE NAVIDAD 2018

 

CON TANTO, Y SIN NADA…

 

Lo tenía todo, una buena casa, un montón de juguetes, y hasta el último video juego…PERO ALGO FALTABA EN SU CASA…

 

Tenía a su papá, tenía a su mamá…PERO ALGO FALTABA EN SU CASA.

 

Cada día que pasaba tenía esta sensación cada vez más profunda.

 

Pusieron el Belén en la Parroquia, llegaba la Navidad ¡¡cómo le gustaban estos días!! se notaba en el barrio, había un ambiente especial. Todos los de Catequesis fueron a ver ese Belén precioso que todos los años ponían y una sensación rara le recorrió por todo el cuerpo. ¡OH!! qué bonito, le entusiasmó la alegría que se respiraba por todos los rinconcitos de ese Belén, y se dio cuenta de una cosa, ¡TODOS ESTABAN CONTENTOS, PERO QUE MUY CONTENTOS! Los pastorcillos, la gente de los caminos…todo era alegría.

 

Mirando al niñito Jesús todo le pareció diferente, hasta creyó ver que le hacía un guiño y se froto los ojos.

Cuando llego a casa lo comentó con sus papás ¡hay algo especial! les dijo, venid conmigo a ver el Belén.

 

Era domingo, toda la familia fue a Misa de Catequesis y se acercaron a ver el Nacimiento, estaba allí, allí en el portalito, sin ropa, sin calefacción, sin nada, el Niño Jesús sonriendo, su mamá María y San José, felices y contentos, todos muy pero que muy alegres.

 

Miró a sus papás y descubrió lo que faltaba en su casa: eso es, la alegría, faltaba la alegría.

 

Muy serio dijo: papá, mamá, ya se lo que voy a pedir a los reyes, no quiero que me traigan juguetes, quiero que me traigan un camión lleno de ALEGRÍA, ALEGRÍA, para nuestra casa, ALEGRÍA, para poder repartir a todo el mundo.

 

Los papás le miraron y le dieron un tremendo abrazo.

 

                      “SIENTE EL MISTERIO, ALÉGRATE”

 

 

                           “DIOS HA NACIDO, ENTRÉGATE.

 

  “FELIZ NAVIDAD”

 

                       CUENTO DE NAVIDAD 2017

 

La abuelita Julia estaba muy triste, se acercaba la Navidad y ni sus hijos, ni sus nietos se acordaban de ella. En el fondo de su corazón no perdía la esperanza… ¡hoy me llaman por teléfono seguro! Se decía intentando que la poca alegría que la quedaba no se le fuera.

 

Y así pasaban los días y la abuelita Julia se sentía cada vez más triste, cada vez más sola, y esa tristeza llamó la atención de Pablo, un vecinito de solo 10 años que vivía justo en la puerta de al lado.

 

Pablo conocía muy bien a la abuela Julia, siempre le había tratado con cariño, y siempre estaba contenta.

 

¿Mamá, que podemos hacer para que la abuela Julia vuelva a estar contenta? Preguntó Pablo muy serio…y se puso a pensar.

 

Pasaron los días y los preparativos de la Navidad llenaban todos los rincones del barrio: La Catequesis, el Belén de la Parroquia, las luces, todo era alegría, Jesús va a nacer, vamos a prepararnos, hay que recibirle bien decía mamá.

 

La cara de Pablo se iluminó y sin pensarlo, llamó a la puerta de la abuela Julia y la dijo, ¡¡ abuela Julia acompáñame, quiero enseñarte algo¡! La buena señora dudó… bueno pensó ¡¡ que voy a perder si ya he perdido hasta la esperanza!!  ¡vamos Hijo, a ver que se te ha ocurrido ahora!

 

Pablo entusiasmado, se la llevó hasta la parroquia, y allí estaba, el Belén, con sus luces, los pastores y lo más importante, el niño Jesús con una enorme sonrisa. Todo era precioso y alegre.

 

¿Abuela Julia, juegas conmigo a meterte en el Belén? ¡Pero qué cosas dices niño!, ¡abuela, con la imaginación, nos hacemos pequeñitos y nos acercamos a pedir al niño Jesús un poco de alegría, ¡¡que la has perdido, abuela¡!, ¡ja jajá! vamos a ver si lo sé hacer.

 

Y el Belén se les metió en el corazón, y se sintieron pastores, agudoras, panaderos…Libres y alegres, con la sonrisa del Niño, dentro muy dentro.

 Y sí la abuela Julia recibió a sus hijos y nietos que no se habían olvidado de ella.

  “FELIZ NAVIDAD”