Aranda de Duero

Diócesis de Burgos

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 1

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 11-18

“En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les contesta: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré. Jesús le dice: ¡María! Ella se vuelve y le dice: ¡Rabboni!, que significa: ¡Maestro! Jesús le dice: Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. María Magdalena fue y anunció a los discípulos: He visto al Señor y ha dicho esto”.

Palabra del Señor

 

Más allá de mi dolor.

¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? Son dos preguntas fundamentales para poner luz y resucitar de la situación que me hace llorar, sufrir. Detrás de ese llanto quizás me estoy buscando a mí mismo o lloro porque quiero la solución donde considero, cuando considero, y mi dolor me impide ver dónde está el verdadero bien. ¡Busca más allá de tus llantos! Me dice hoy el Señor. Busca en lo más profundo de tu corazón el verdadero sentido de esa situación. Dichosos los que lloran, reza la bienaventuranza, porque serán consolados, y podríamos añadir, si es que se dejan.

María Magdalena amaba a Jesús, su corazón había sido sanado por Él y lo siguió desde ese momento. Si yo también le sigo a través del Evangelio, y busco los designios de Dios sinceramente en lugar de centrarme en mi dolor y juzgar la situación desde mi corta visión, si me abro a la trascendencia de la circunstancia que estoy viviendo, me hablará el Señor y me enviará a hacer lo que tengo que hacer. La Virgen María, cuando estaba soltera y embarazada, dice llena del Espíritu Santo “se alegra mi espíritu en Dios”. Cuántas veces, cuántos momentos de tristeza he superado con esta frase de María. Cuánto me ayuda encontrarme entre llantos con el Resucitado, el que ha vencido al mal e incluso a la muerte. Gloria a Dios!!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Matrimonio tutor: Venga, contarnos qué os pasa.

Elisa: No puedo más. No me siento nada querida. Nunca valora lo que hago, no le importo nada en absoluto.

Matrimonio tutor: ¿Y a ti, Juanjo?

Juanjo: Pues mira, que me tiene absolutamente machacado. Todo el día recriminándome cosas. Todo el día exigiéndome más. Creo que en el fondo, no me quiere a mí, quiere que sea otro.

Matrimonio tutor: Queridos amigos, sois preciosos los dos, pero si lloráis, llorad por amor, no por autocompasión. ¿Qué os parece si le damos la vuelta a vuestro dolor y lo convertimos en algo maravilloso?

Elisa: Si fuerais capaces… fliparía.

Matrimonio tutor: A ver, Elisa, dinos una de las cosas que te duelen, concretamente.

Elisa: Pues que no valora mi esfuerzo por ocuparme de los niños.

Matrimonio tutor: Juanjo ¿de verdad que no valoras que tu esposa se ocupe de vuestros hijos?

Juanjo: No es eso. Es que está todo el día centrada en los niños, y los demás también tenemos necesidades.

Matrimonio tutor: A ver, Juanjo, tienes que aprender a transmitir tu dolor en positivo, descubrir dónde está el amor en tu dolor ¿vale? ¿Qué te parece si reformulamos tu “queja” de la siguiente manera?: Elisa, eres tan importante para mí, que te necesito muchísimo. Comprendo que nuestros hijos necesitan de mucha parte de tus esfuerzos, y te agradezco lo que haces por ellos, porque yo también les amo y quiero lo mejor para ellos. Si te parece, compartimos ese esfuerzo juntos y después nos dedicamos un rato el uno al otro ¿vale? Elisa, te amo y no puedo vivir sin ti.

Juanjo: Mucho mejor. Pero claro, estaba dolido…

Matrimonio tutor: No os encerréis en el dolor. Dios os ha creado el uno para el otro y después ha resucitado vuestro amor. Tenéis todo lo que necesitáis para construir un matrimonio hermoso. Mirad al Resucitado y alegraos.

 

Madre,

¿De verdad ha resucitado Cristo y no va a afectar a mi matrimonio en nada? ¿Tenemos entre nosotros a Alguien que ha vencido al mal y a la muerte y no lo vamos a seguir? Muchas veces nuestro dolor es una señal de alarma de que no estamos amando, y nos ahogamos en él en lugar de centrarnos en amar. Cuánto necesitamos aprender a amar. Cuánto necesitamos de tu guía y de tu abrazo maternal. Madre, contigo, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Amén.

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 2

 

EVANGELIO

Lo reconocieron al partir el pan

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35

Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo...

Llegaron cerca de la aldea a donde iban y él hizo simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:

– «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro:

– «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

– «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

 

Un final feliz.

A los que no creen en la resurrección...o se convierten, o les espera un final trágico. Los discípulos de Emaús iban caminando discutiendo y con aire entristecido. Así les ocurre también a los matrimonios, que van caminando con la esperanza perdida: Van discutiendo y con aire entristecido. Cristo va con ellos, pero ellos no lo reconocen. ¿Qué hacen los discípulos de Emaús para recuperar el gozo y la esperanza? Aunque no lo reconocen, pero se ponen a hablar con Él, juntos. Le cuentan sus cosas, sus preocupaciones, con detalle, sus dudas, le hablan de los testimonios de alrededor en los que les cuesta creer… Y entonces, es Jesús quien toma la iniciativa y les explica las Escrituras, mientras hace arder su corazón. Pero donde lo reconocen definitivamente es en la Eucaristía. A los esposos que viven la Eucaristía frecuente con convencimiento, se les abren los ojos y lo reconocen, descubren la intimidad del Corazón de Cristo.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marcos: Estábamos sumidos en la rutina. Llevábamos vidas paralelas. Nuestro amor se había apagado. Mi esposa se encontró con el Señor y me invitó a mí a conocerle. Me animaba a rezar con ella, pero a mí me parecía un aburrimiento. No entendía nada.

Ana: Yo me encerré en un espiritualismo, no amaba al Señor, sino que me amaba a mí misma y buscaba el consuelo espiritual constantemente. Por eso recurría a las novenas, a la Exposición del Santísimo, a retiros… Pero no encarnaba mi fe en mi vocación. En un retiro de matrimonios, se unieron ambas cosas, y mi esposo, empezó a rezar conmigo. Ya no hablábamos él y yo, sino que hablábamos los dos con el Señor, y le contábamos nuestras cosas.

Marcos: Nuestro corazón comenzó a arder de nuevo. Nuestro matrimonio se revitalizó, volvimos a ilusionarnos, y emprendimos un camino de formación para aprender a amarnos.

Ana: Ahora somos testigos de que Cristo ha resucitado, y Él ha resucitado nuestro matrimonio. ¡Aleluya!

 

Madre,

Encontrarse con el Señor está en la mano de cualquiera que se haga su discípulo. Sólo tenemos que ir de dos en dos entablando una intimidad con Él, y Él nos abrirá los ojos. Tú sabes que el Señor nunca defrauda, y en su presencia, arden nuestros corazones de esposos. ¡Jesucristo ha resucitado!

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 3

 

EVANGELIO

Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:

«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.

Y él les dijo:

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies... Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

Y le dijo:

- «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

Palabra del Señor.

 

El medio para expresar amor..

Jesús es de carne y hueso como nosotros y se esfuerza en demostrarlo. ¿Por qué tiene tanta importancia que tenga cuerpo?. Jesús, perfecto Dios, es también perfecto hombre, y tiene cuerpo para expresar amor. De hecho, nos redime con su cuerpo. He ahí la potencia del cuerpo, que Dios le da el don de expresar el amor de Dios a los hombres. Impresionante el valor del cuerpo. Además Él nos deja su cuerpo, para alimento de nuestra alma.

Nosotros, los esposos, estamos llamados a ser una sola carne uniendo nuestros cuerpos. Por tanto, también nuestros cuerpos tienen la capacidad de expresar amor, es más, expresar la comunión de Dios.

El cuerpo tiene la capacidad de donarse y así expresar quiénes somos y para qué existimos. Ahora se trata de analizar qué hacemos con él: ¿Disfrutar? ¿Presumir? ¿Despreciarlo? O entregarnos. Si nuestro cuerpo no expresa nuestra alma, la que se asemeja al Padre ¿Qué expresa?.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: Cariño ¿Me quieres?

Silvia: Síiii. ¡Qué pesao!

Paco: Es que hace tiempo que no me das un beso, ni una caricia.

Silvia: Anda, que estoy todo el día cuidándoos. No te quejes más.

Paco: Bueno, pero yo no soy uno más de la casa. Soy tu esposo, y supongo que eso significa algo ¿no?

Silvia: ¡Hombres! Siempre pensando en lo mismo.

Paco: No, Silvia. No soy un obseso sexual. Soy tu esposo, y te quiero, y necesito que nos expresemos mutuamente el amor que hay entre nosotros.

Silvia: Ya, pero ¿Qué hay de mis heridas? Ese daño que me has hecho y no se ha sanado…

Paco: Yo te he pedido perdón de todo. Por favor, no te dejes llevar por los sentimientos. He hecho mucho por ti, no te quedes sólo con lo malo. Hemos sido creados para ser una sola carne y nada ni nadie lo debe impedir. Y además, es importante que lo expresemos. Yo te amo y tú a mí también, lo sé.

Silvia: Tienes razón. Me estoy excusando absurdamente. Somos esposos y nos amamos con nuestras limitaciones. Yo también quiero unirme a ti, que para eso he sido creada. ¿Me invitas a cenar esta noche?

Paco: ¡Hecho! Ponte guapísima.

 

Madre,

Que Su Pasión, Muerte y Resurrección no sean en vano. Que elijamos amarnos, y nos expresemos ese amor. Que no nos engañemos pensando que amamos a Dios si no materializamos ese amor con nuestro esposo. Más grande todavía que el amor que hemos recibido de Dios, es el don de que podamos amarnos como Él. Alabado sea el Señor y Su generosidad, por siempre.

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 4

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14

 En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades...

Simón Pedro les dice:

«Me voy a pescar».

Ellos contestan:

«Vamos también nosotros contigo».

Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

Jesús les dice:

«Muchachos, ¿tenéis pescado?».

Ellos contestaron:

«No».

Él les dice:

«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:

«Es el Señor»...

 Jesús les dice:

«Traed de los peces que acabáis de coger».

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red...

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor...

 Palabra del Señor.

 

Todo Su poder a nuestro servicio.

Las gracias que Jesús daba a los discípulos cuando estaba en la Tierra, sigue dándoselas después de resucitado. Se repite la escena de la pesca milagrosa, la misma que cuando les llamó a seguirle.

Jesús está, está presente, tiene todo el poder y lo pone a nuestro servicio. Si seguimos sus indicaciones, podemos dar tantos frutos que no podríamos con ellos.

Esposos, ahora, como entonces, no nos atrevemos a preguntar quién nos unió, quien nos une y quién nos hará matrimonios santos, porque todo sabemos que es el Señor.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alejandro: No sé cómo vamos a salir de esta crisis matrimonial. Lo estamos intentando pero no hay manera. Hay muchos reproches entre nosotros.

Carmen: Ale, lo que no podemos hacer es perder la esperanza. Es verdad que hay mucho orgullo entre nosotros. Yo no dejo de creer que tengo razón y no dejo de pensar que la causa de nuestra desunión son tus actitudes, pero también sé que todo eso es fruto de mi orgullo, contra el que no puedo. Pero estamos aprendiendo sobre el amor, y el Señor nos va a enseñar hacia dónde tenemos que lanzar nuestros esfuerzos para que nuestro amor dé fruto. Esforzarme en descubrir la enorme dignidad que Dios te ha dado, que Él te ama por ti mismo y no por lo que haces. Esforzarme por perdonar y pedir perdón, aunque me parezca que no te lo mereces. No excusarme, como medio para ponerme en el sitio que realmente me corresponde. Ofrecer sacrificios por ti. Todo esto y mucho más es lo que el Señor me enseña, y si lo hago confiando en Su gracia, Él llenará mi corazón de los frutos del amor, hasta que se desborde y contagie a otros muchos matrimonios.

Alejandro: El Señor, esa es la respuesta. Hacer lo que Él nos diga, como dijo María, y llenar nuestras tinajas con esos esfuerzos que comentas. El Señor está con nosotros, Carmen, está a nuestro servicio para hacer realidad nuestro Sacramento. Contamos con todo su poder. Es una pasada.

 

Madre,

El Señor subió a los cielos, pero Tú sabes bien que no nos ha dejado abandonados. Al contrario, está más cerca que nunca. Su gracia es más fuerte que nunca, y se derrama en la Eucaristía, en la Reconciliación, en nuestro Sacramento Matrimonial. Que no desperdiciemos Su gracia por falta de fe o por falta de confianza. Amén.

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 5

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31

 Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

- «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesus les dijo:

- «Recibid el Espíritu Santo...»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

- «Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó:

- «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús,

Y dijo a Tomás:

- «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás:

- «¡Señor mío y Dios mío!»

Jesús le dijo:

- «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”...

 Palabra del Señor.

 

Ahí está mi secreto.

En este Evangelio, se utiliza el término "dureza de corazón" para expresar la respuesta de los primeros discípulos y que es  contraria a la fe y la confianza en Dios. Lo curioso es que esta misma expresión es la que se utiliza cuando Cristo habla de la ley de repudio que instauró Moisés diciendo "Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres”.

 No creer en la indisolubilidad del matrimonio es no creer en la fuerza del Sacramento del matrimonio. Para bien o para mal (en realidad, siempre para bien), el Sacramento nos une con tal fuerza que el matrimonio se hace posible inevitablemente. Lo queramos vivir así o no. ¿No es mejor apoyarse en la Gracia y vivirlo en toda su intensidad?

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: Yo pensé que la que se unía a mi esposo era yo, y claro, confiaba en mis fuerzas.

Ana: ¿Y qué pasó?

Marta: Que acabé perdiendo la esperanza, porque era incapaz de amarle en todas las circunstancias.

  Lógico. ¿Y quién sí?

Marta: Cristo. Ahí está mi secreto. Cuando comprendí que Él era realmente quien me unía a mi esposo, entendí la dinámica del amor. Dios pone la Gracia y tú pones tu esfuerzo. Pero el que une no es tu esfuerzo, sino Su Gracia. Vamos, el Espíritu Santo. Pero el Espíritu no puede actuar si tú no pones tu esfuerzo. Sin embargo, si me esforzaba y me atribuía los éxitos como si fuesen consecuencia de mi esfuerzo, me envanecía y veía a mi esposo peor que yo, así que el Espíritu no podía seguir actuando. ¿Entiendes?

Ana: Sí. Ahora sí. Tengo que esforzarme para tener la disposición necesaria para que el Espíritu actúe. Pero el amor crece por acción del Espíritu y no como resultado de mis esfuerzos.

Marta: Correcto. Y cuando empecé a vivírlo de esta manera, comenzó a crecer el amor de Dios en nuestro matrimonio. Y es algo mucho más grande que nosotros mismos.

 

Madre,

Cuánta grandeza nos perdemos por la dureza de nuestro corazón. Dios nos ama tanto… Tú supiste absorber toda Su Gracia. Envíanos Su Espíritu, Madre, para que nos quite el corazón de piedra y nos dé un corazón de carne. Amén.

 

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 6

 

EVANGELIO

Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre

Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 5a. 7b-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».

Nicodemo le preguntó:

«¿Cómo puede suceder eso?»

Le contestó Jesús:

«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo; hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

Palabra del Señor.

 

¿Dónde está el verdadero cambio?

Pensábamos como muchos: “Tenemos problemas de comunicación”. Pero era una forma muy profana de entender las heridas de nuestro amor. ¿Cuántas veces habla Cristo en el Evangelio de los problemas de comunicación? Ninguna. Hoy entra Él en el quid de la cuestión: Necesitábamos un cambio en el corazón, necesitábamos nacer del Espíritu. Eso es lo que salvaría nuestro matrimonio.

Que nos arranque nuestro corazón de piedra y nos dé un corazón de carne. Y ¿Cómo nacer del Espíritu? Abiertos a la Gracia y viviendo como Dios quiere. Viviendo las Bienaventuranzas en el matrimonio.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Miguel y Lola: Nosotros queremos crecer en nuestro amor. Queremos hacer lo que haga falta para paladear el amor de Dios entre nosotros.

Matrimonio Tutor: ¿Estáis seguros?

Miguel y Lola: Sí, lo estamos.

Matrimonio Tutor: Hay que renunciar mucho a uno mismo ¿Vale? Ahí va: Si quieres vivir la Caridad Conyugal, tenéis que ser pobres de espíritu no teniendo apegos por nada terrenal ni vanidoso, debéis llorar por amor, ser mansos y no te enfrentaros, desear la justicia Divina y dejar que sea Él quien la imparta y no vosotros, ser misericordiosos con las debilidades y pecados del otro, ser limpios de corazón en vuestra mirada mutua mirándoos como Dios os mira, buscar la paz que viene como fruto del sacrificio y, por último, tenéis que aceptar ser perseguidos por el otro.

Miguel y Lola: Pues sí, nos lo ponéis difícil. Pero no vemos las ventajas.

Matrimonio Tutor: Las ventajas que obtendréis son las siguientes: En vuestro hogar reinará Dios, seréis consolados por Él siempre que sufráis, seréis dueños del mundo porque el mundo no os dominará, seréis saciados porque nada os llenará como el amor que viviréis, alcanzaréis misericordia entre vosotros y de Dios, seréis capaces de ver a Dios en vuestro esposo y en cada situación que vivís, seréis reconocidos con la mayor dignidad: La de hijos de Dios, y vuestro será el Reino de los cielos. Vivid así vuestro matrimonio y veréis grandes milagros.

Miguel y Lola: ¡Qué pasada! Decimos “sí” a Dios.

 

Madre,

Qué hermoso es el camino hacia Dios. Es duro, pero tremendamente hermoso. Es un camino de agradecimiento, de alabanza y de gloria. Danos fuerzas para recorrerlo, para que no nos perdamos todos los tesoros que Dios tiene preparados para nosotros. Alabado sea el Señor por siempre. Amén.

 

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 7

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.

Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

Palabra del Señor.

 

En el lecho nupcial.

Me parece tan bonito cuánto me ama Dios, que si tomase conciencia de verdad, se sanarían todas mis heridas. Y de la misma manera ama así a mi esposo. Tomar conciencia de esto es vivir en el hogar de Dios, perteneciendo a la gran Familia de Dios. Estoy en Su casa, la casa en la que sólo se puede amarse. Él ha compartido Su luz en mi corazón y gracias a eso, me siento atraído por ella.

Esposo, túmbate a mi lado, en el lecho nupcial, y oremos juntos a Dios, para que Su luz entre plenamente en nuestros corazones. Él quiere transformar nuestra tiniebla en luz, sacarnos del egoísmo y hacernos entrar en la lógica del amor.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mercedes: (En oración con su esposo) Poco a poco voy tomando conciencia de lo amada que soy por ti, Señor, cómo has entregado Tu vida por mí y por nosotros, y cómo amas a nuestra familia. Estoy acogiendo todo lo que estoy escuchando en el Proyecto y me hace sentirme feliz, estar mejor y tener muchas ganas de acercarme a la Luz.

Antonio: Sí, yo también lo estoy experimentando, Señor, y aunque hay muchas cosas que aún no las hago bien, pero me gusta acercarme a escuchar Tu Palabra y tengo Esperanza.

Ambos: Te damos gracias Señor porque nos sentimos salvados. Confiamos en ti y en que irás sanando todas estas cosas que nos faltan para transmitir Tu Gloria.

 

Madre

Nos consuela este Evangelio de hoy. Pensar que es el Hijo de Dios quien tanto interés tiene en que me salve, me da mucha esperanza. No me siento capaz, pero confío en Él. Alabado sea el Padre por nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo. Amén.

 

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 8

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 31-36

... El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida...

Palabra del Señor.

 

¿Cuál es tu dieta?

Estamos inmersos en la moda de cuidar el cuerpo y prácticamente todo el mundo cuida muchísimo su alimentación. Pero ¿Y el alimento del alma? ¿Qué dieta espiritual sigo? Si me alimento del mundo viviré “de tejas para abajo” y tendré unas aspiraciones raquíticas. ¡Qué vida más pobre!

No puedo hablar de las cosas de Dios ni vivir las cosas de Dios si no las recibo de Él. Sin comunicación con Él no puedo entender Sus cosas. A veces me parecerán disparatadas, o imposibles, o seré incapaz de descubrir su grandeza y su belleza. Puede que las cosas de Dios, lo más grande, lo más hermoso que existe, me parezcan un aburrimiento o un rollo.

Lo que tenemos que recibir de Dios fundamentalmente es ese inmenso Amor de comunión que viven Ellos en Sí mismos. Ese es nuestro motor, nuestro origen. Pero para acogerlo tengo que tener el corazón abierto. El que acoge a Dios habla de las cosas de Dios y actúa como Dios, en Su nombre, y eso está muy por encima de cualquier otra misión de este mundo.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carmen: Hoy he estado hablando con mi madre. Pedro, únete conmigo para pedir por ella y por la familia de mi hermana. Mi madre me estaba diciendo que mi hermana debe separarse, que no debería consentir seguir viviendo con un hombre así... ¡Es tremendo! Pero más grave aún es que se lo dice así a mi hermana. Lo que le faltaba ¿sabes? Que encima le empujen a separarse

Pedro: Tranquila cariño. Voy a unirme en esa oración contigo, para que el Espíritu Santo les dé luz. Le pedimos que les muestre la verdad del Evangelio, y que deseen seguir los caminos del Señor.

Carmen: Muchas gracias Pedro. Cuánto te lo agradezco porque sé que es la única solución. También intentaré ayudar al Señor como instrumento Suyo. Hablaré con mi hermana, y le invitaré a un retiro de Amor Conyugal para que se pongan a tiro de lo que Dios ha pensado para ellos.

Pedro: ¡Genial! Tenemos un nuevo encargo de Dios. ¡A por ello!

Carmen: Te amo.

 

Madre

Dame esa sed de Dios, esa mansedumbre de acoger su voluntad y la ilusión de ser un esposo que vive a Su servicio.

Envíanos Su Espíritu Santo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 9

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 16-21

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.

Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.

Pero él les dijo:

«Soy yo, no temáis».

Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

Palabra del Señor.

 

La prueba

Los discípulos comienzan una travesía en la que esperaban terminar reuniéndose con Jesús. Noche cerrada, soplaba un viento fuerte, el lago se iba encrespando… Una prueba sin duda. Pero ellos remaban, no dejaban de remar. Paulatinamente iban superando la prueba, hasta que, poco antes de llegar a su destino se les acerca el Señor demostrándoles un dominio absoluto sobre aquellas aguas. Una prueba que Él permite, sin duda.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Echamos la mirada atrás y me doy cuenta de que en esas situaciones de crisis que hemos vivido hemos experimentado la prueba de nuestro amor. La diferencia entre unas y otras es si nos hemos unido ante esas pruebas o las dificultades nos han separado. Hay aún alguna cosa que no hemos superado.

Marta: Sí. Ante las que nos quedan pendientes, me pregunto si he remado a fondo para superarlas o me he acomodado en mi manera de verlas o en mis criterios. Lo que es seguro es que, también estas dificultades que tenemos pendiente resolver, son para crecer en nuestro matrimonio.

Pedro: Como decía el Padre Pío: “Bendita la crisis que te hizo crecer, la caída que te hizo mirar al cielo, el problema que te hizo buscar a Dios". Pedimos al Señor que las crisis que vivamos no sean para mirarme a mí mismo, mis derechos y mis reclamos, sino para mirar hacia el celo y buscar a Dios.

 

Madre

A ti llamamos, los desterrados, hijos de Adán y Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.Ea pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

REFLEXIÓN PARA MATRIMONIOS. 10

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 22-29

... Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:

- «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»

Jesús les contestó:

- «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:

- «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?»

Respondió Jesús:

- «La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado».

Palabra del Señor.

 

A pie de obra.

Nosotros también queremos hacer las obras de Dios, porque ya hemos aprendido que las que hacemos por nuestra cuenta, siempre nos llevan al dolor, a la insatisfacción, etc. Y concretamente, quiero hacer las obras de Dios en mi matrimonio. ¿Qué tengo que hacer para llevar a cabo la obra que Él quiere que yo haga? ¿Quiero que mi matrimonio dé fruto abundante? La fecundidad de mi vocación depende de mi unión vital con Cristo. Él está en nuestro matrimonio, a pie de obra. El matrimonio no es cuestión de técnicas, es cuestión de recibir la Gracia de Dios, del Espíritu Santo, y el Señor quiere concedérnosla.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: No vamos bien. Veo muchos defectos en mi esposo, y encima parece que ni se da cuenta.

Ángel: Y ella no para de recriminarme y de exigirme la perfección. ¿Qué se cree? ¿Qué es perfecta o qué? No entiendo por qué no deja de observarme y se centra en estar un poquito más simpática conmigo, como lo es con los demás. A veces deseo estar con gente porque entonces está simpática incluso conmigo.

Matrimonio Tutor: ¿Cómo lleváis la oración en común dentro del matrimonio?

Marta: Tenemos poco tiempo. Llegamos cansados…

Matrimonio Tutor: Chicos, os falta oración. Mientras sigáis mirando el mal en el otro, es que no estáis permitiendo que el Espíritu Santo entre en vuestros corazones. Por eso os acusáis mutuamente en lugar de miraros con Misericordia. Rezad juntos, o no conseguiréis seguir avanzando en vuestro amor.

 

Madre

Aumenta mi fe. Tiendo a ver los defectos de mi esposo, me fío de mis fuerzas y le exijo que avance con las suyas, y eso es una batalla perdida. Necesitamos más fe, necesitamos que el Espíritu Santo entre en nosotros y vaya limpiando nuestros corazones y nuestra mirada. El Señor quiere entregárnoslo y no lo acogemos, porque no tenemos una relación íntima y estrecha con Él. Alabado sea el Señor que tanto nos ama. Amén.

© Parroquia Santa Catalina 2017

info@parroquiasantacatalina.com

Teléfono: 947501951