Aranda de Duero

Diócesis de Burgos

D. Álvaro Zamora Gómez  (Vicario parroquial)

 

 

PRESENTACIÓN

 

Mi nombre es Álvaro y soy vuestro vicario parroquial. Nací el siete de enero de mil novecientos noventa y cuatro en Burgos. Mi familia materna procede del norte de Palencia, Brasoñera y de Burgos. Por parte de mi padre procedemos de La Rioja, en concreto de San Vicente de la Sonsierra, zona de vinos y de Burgos también. Mi infancia, adolescencia y juventud ha trascurrido en Burgos, en el colegio religioso del Sagrado Corazón de las hermanas Salesianas, situado en el barrio de San Pedro y San Felices. En bachillerato pasé al colegio diocesano de San Pedro y San Felices, situado al lado de la parroquia que lleva el mismo nombre, donde fui bautizado.

 

Tras terminar los estudios de bachillerato, a la edad de diecinueve años, ingresé en el Seminario Metropolitano de San José de Burgos. En la Facultad de Teología del Norte de España cursé los estudios eclesiásticos del ciclo institucional y licenciatura en la rama de espiritualidad entre los cursos 2013/2014 al 2019/2020. También pude obtener el título de la DECA (Declaración Eclesiástica de Competencia Académica) que permite que pueda impartir clases de religión en secundaria y bachillerato. En la etapa de seminarista y diaconado obtuve el título de monitor de ocio y tiempo libre y de coordinador de ocio y tiempo libre en la Escuela Diocesana de ocio y tiempo libre (Voluntared).

 

Tras esta presentación tan formal de los orígenes y de los académicos toca la parte pastoral. Mis primeros años de seminarista estuve ayudando en la parroquia de San Gil Abad, en el centro de Burgos. En tercero de teología me enviaron, también para ayudar y aprender, a la parroquia de San Juan Evangelista, en el barrio de Gamonal de Burgos. Al terminar los estudios del ciclo institucional y pasar a la licenciatura, lo que se denomina la etapa de pastoral, me enviaron de una forma más estable, durante los fines de semana, a Villarcayo. Allí estuve dos años como seminarista.

 

El 23 de noviembre de 2019 fui ordenado diácono en la parroquia de San Gil Abad junto con mis tres compañeros de curso. Unos meses después, en marzo, comienza la pandemia del COVID. Durante esa época me trasladé a vivir a Villarcayo de continuo ya que teníamos que estar confinados y podía ser de más ayuda en aquella zona.

Finalmente, el 19 de septiembre de 2020, en plena pandemia, fuimos ordenados sacerdotes por manos de Mons. Fidel Herráez Vegas en la iglesia del Carmen. Al día siguiente celebré mi primera Misa en la parroquia de San Cosme y San Damián.

 

Mi primer destino como sacerdote fue continuar en Villarcayo. El nombramiento era de vicario parroquial de dicha localidad, profesor del instituto IES Merindades de Castilla y párroco de veinte pueblos de Merindad de Castilla la Vieja. Trabajé y aprendí mucho con los jóvenes de aquella zona en el grupo parroquial juvenil Mazorca. Este nombramiento duró dos años hasta que Mons. Mario Iceta me envió al destino actual como vicario parroquial de San Juan de la Vera Cruz, Santa Catalina y Sinovas. También me envió a la enseñanza como profesor del instituto IES Juan Martín el Empecinado y del colegio de los religiosos Gabrielistas, San Gabriel.

 

Una de las misiones que me encomendó fue la de la pastoral juvenil. Una tarea que requiere de constancia y trabajo, pero a la vez es muy gratificante e ilusionante ya que el futuro depende de ellos. Es así como parte de mi trabajo en Aranda y en las parroquias está destinado a los adolescentes y jóvenes habiendo arrancado los grupos parroquiales juveniles, GPJ.

 

Termino esta especie de curriculum-autobiografía dando gracias a Dios especialmente por haberme llamado a la vocación sacerdotal y así poder compartirla con todos vosotros. Doy gracias por tantas mediaciones que Dios ha puesto en mi camino, a D. Mario, nuestro arzobispo, al resto de sacerdotes que me han ido acompañando y me acompañan en este camino tan increíble de amor y misericordia con los que aprendo tanto. Doy gracias en especial a mis compañeros D. Juan Carlos y D. José María que me soportan y ayudan día a día en mi juventud sacerdotal. Gracias a todos vosotros, feligreses, familias, niños, jóvenes, religiosos y religiosas que formamos estas comunidades de fe y vida en la Ribera, por vuestra paciencia, cariño y amistad en Cristo.

 

Siempre a vuestro servicio, un abrazo, Álvaro

 

 

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